Artículos
Una ayuda incómoda: la Alianza para el Progreso en el humor gráfico chileno, 1961-1962
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An awkward aid: the Alliance for Progress in Chilean graphic humor, 1961–1962
Dr. Pablo Lacoste
Universidad de Santiago de Chile, Chile
pablo.lacoste@usach.cl
https://orcid.org/0000-0003-1876-8141
Dra. Silvina Sosa Vota
Universidad de Santiago de Chile, Chile
silvina.sosa.vota@gmail.com
https://orcid.org/0000-0003-3962-1595
Mg. Nicolás Valenzuela
Universidad de Chile, Chile
Dr. Alessandro Santoni
Universidad de Santiago de Chile, Chile
Recibido el 6 de junio del 2025 Aceptado el 15 de julio del 2025
Páginas 145-173
https://doi.org/10.58210/nhyg674
Financiamiento: Artículo financiado y realizado en el marco del proyecto ANILLOS-ANID ATE 220008 - Mestizo cultural heritage
Conflictos de interés: Los autores declaran no presentar conflicto de interés.
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Resumen
La Alianza para el Progreso, lanzada en 1961 por Estados Unidos para fomentar el desarrollo económico y social en América Latina y contrarrestar la influencia de la Revolución Cubana durante la Guerra Fría, generó debates intensos en Chile sobre sus motivaciones e implicancias, reflejados en los medios de comunicación de diversas orientaciones políticas. Este artículo analiza cómo el humor gráfico publicado entre 1961 y 1962 en periódicos y revistas chilenas de izquierda, derecha y centro representaron estas tensiones, mostrando una recepción ambivalente y a menudo crítica de la iniciativa estadounidense. A través del humor gráfico, entendido como un artefacto cultural, se evidencian narrativas que expresan una incomodidad frente a la propuesta de cooperación, anticipando las disputas ideológicas que marcarían la historia política chilena en las décadas siguientes. Esta investigación forma parte de un esfuerzo por abordar la Guerra Fría desde perspectivas no convencionales, contribuyendo a descentralizar el análisis del conflicto global y a comprender la posición crítica de Chile en ese contexto.
Palabras clave: Guerra Fría, humor gráfico, Chile, Estados Unidos.
Abstract
The Alliance for Progress, introduced in 1961 by the United States to promote economic and social development in Latin America and counter the influence of the Cuban Revolution during the Cold War, sparked intense debates in Chile about its motivations and implications, reflected in the media across the political spectrum. This article analyzes how political cartoons published between 1961 and 1962 in left-wing, right-wing, and centrist Chilean newspapers and magazines represented these tensions, revealing an ambivalent and often critical reception of the U.S. initiative. Through political cartoons, understood as cultural artifacts, narratives emerge that express discomfort with the cooperation proposal, anticipating the ideological disputes that would shape Chile’s political history in the following decades. This research is part of an effort to approach the Cold War from unconventional perspectives, helping to decentralize the analysis of the global conflict and better understand Chile’s critical position within that context.
Key words: Cold War, political cartoons, Chile, United States.
La Alianza para el Progreso fue lanzada desde Estados Unidos en 1961 bajo la consigna de fomentar el desarrollo económico y social de América Latina, a través de asistencia económica, cooperación técnica y programas de reforma social. Su propósito era contrarrestar la influencia de la Revolución Cubana (1959) en la región durante la Guerra Fría, ofreciendo una alternativa de desarrollo que se alineara con los intereses de Washington, buscando evitar la proliferación de focos subversivos y desincentivando lo que en ese momento era percibido como un riesgo real de avance del comunismo en la región.
La posición hegemónica en el hemisferio occidental de EEUU, contribuyó a que la propuesta se instalara rápidamente en el centro de la atención pública, tanto en las cancillerías, foros parlamentarios y medios masivos de comunicación. El ambiente de estancamiento económico, altos índices de pobreza, y alta inflación, entre otros problemas, inclinaban a las élites latinoamericanas a aceptar la necesidad de la transformación. A ello se sumaba el ejemplo del exitoso experimento del Plan Marshal en Europa, un antecedente que muchos países latinoamericanos esperaban ver reproducido en el continente (S. Rabe, p. 29 y p. 87). Con excepción de las izquierdas, que rechazaban por principios ideológicos toda forma de intervención estadounidense, la necesidad de apoyo externo no fue extensamente cuestionada; sin embargo, sí se abrieron discusiones respecto a las motivaciones e intereses que guiaban dicha asistencia por parte de Estados Unidos. ¿La Alianza para el Progreso permitiría el desarrollo de la región? ¿O significaba una forma de control y dependencia económica? ¿Valía sacrificar lo segundo en pos de lo primero? Estas preguntas animaron los fuertes debates entre dirigentes políticos, economistas, analistas y periodistas de la época, que, en conjunto, generaron un rico corpus discursivo y simbólico de singular interés.
El presente artículo se focaliza en uno de los aspectos de estos debates, a partir de las representaciones de humor gráfico sobre este tema en los medios masivos de comunicación de Chile. En aquellos intensos años de 1961 y 1962 se indagaron las caricaturas referidas a la Alianza para el Progreso en los medios de izquierda (diario El Siglo), en los conservadores (El Mercurio, El Diario Ilustrado) y en representantes del centro político (revista Topaze). La habilidad de los artistas gráficos para representar un asunto internacional, como la Alianza para el Progreso, en el contexto de la Guerra Fría, en un país latinoamericano como Chile, generó un rico corpus documental que conviene examinar.
A inicios de la década de 1960 cuando el programa fue lanzado y todavía estaba vivo su principal impulsor John F. Kennedy, el tema fue protagonista de múltiples ediciones de periódicos chilenos. Los medios de comunicación de la época, espacios que reflejaban y, al mismo tiempo, colaboraban en la construcción de la opinión pública, hicieron eco de este sentimiento y formularon respuestas diversas ante las interrogantes planteadas. Dentro de éstos, las caricaturas publicadas en los rotativos le dedicaron especial atención.
A partir del análisis exhaustivo de los discursos visuales analizados es evidente como la Alianza para el Progreso, en los primeros años de la década de 1960 tuvo una recepción disímil y no consensuada por parte de los diferentes sectores políticos presentes en la sociedad chilena. El abordaje del tema en solo algunos medios de la época, sugiere lo controversial que era. El humor gráfico, entendido como artefacto cultural, creó narrativas que reflejaron un sentir incómodo al respecto de la propuesta de cooperación estadounidense. Esto anticipaba las polemicas destinadas a marcar toda una época de la historia nacional, en que, por un lado, los proyectos en pugna - la “Revolución en Libertad”, la “vía chilena al socialismo” y el experimento neo-liberal de la dictadura - reflejaban la inserción de Chile en los grandes conflictos ideológicos de la época, los grandes “ismos globales” (Ulianova, 2009). Por otro lado, la vinculación ideológica, orgánica y financiera con centros de poder externos iba a permear el discurso de los distintos sectores políticos, que denunciaron reiteradamente la interferencia “foránea” presente en los proyectos de los adversarios políticos.
En este sentido el presente artículo se propone como objetivo general analizar de qué forma fue recibida la Alianza para el Progreso a partir del análisis de las caricaturas que circularon en su época de máximo apogeo, es decir, entre 1961 y 1962. Para esto se considerarán periódicos de diversa postura ideológica con el objetivo de conocer distintas voces al respecto del mismo tema en la época señalada.
Este trabajo forma parte de una línea de investigación de más largo aliento, en la cual los autores se proponen pensar la Guerra Fría desde Chile a partir de fuentes no convencionales para su estudio, como es el caso de las caricaturas, con el fin de descentralizar los focos clásicos de análisis del proceso y comprender el lugar de enunciación chileno sobre el conflicto global. La Alianza para el Progreso como objeto de indagación, se destaca como proyecto político que resignifica el lugar de América Latina en el marco internacional. Esta propuesta encabezada y dirigida por Estados Unidos obligó a la región a mirar críticamente al país del norte y, por este motivo, se desplegaron múltiples discursos con diferentes posturas.
Marco teórico
La historia cultural ofrece un ángulo revelador para el análisis de las caricaturas desde las preocupaciones anteriormente expuestas. Uno de los conceptos centrales para esta perspectiva es la idea representación (Chartier, 2005), noción que permite la comprensión de las perspectivas sociales de los grupos humanos del tiempo pretérito. A través del entendimiento de cómo se organizaba simbólicamente el mundo del pasado, se puede comprender su percepción sobre determinados asuntos (Chartier, 2021).
Las imágenes - y también los textos - productos de la comunicación y socialización de las personas, percibidos a través de un soporte como el de la prensa periódica, plasman un presente determinado y un conjunto de elementos que vienen de experiencias pasadas y compartidas (Serna y Pons, 2013, p. 10). Los sentidos que se generan de estos sistemas, configurados a través de una representación determinada, son los que le interesan a esta investigación. De esta forma, en este trabajo no se pretende realizar una narrativa factual de los eventos abordados, sino identificar las valoraciones que se tuvieron sobre el proceso por parte de sus contemporáneos.
El humor gráfico, en tanto representación que condensa una serie de elementos culturales, sociales y políticos vigentes en un lugar y momento determinado, es un tipo particular de representación que refleja el imaginario y el sentir de una época (Acevedo, 2003). Considerado desde esta perspectiva, permite comprender las subjetividades de sus contemporáneos (Montealegre, 2014, p. 19), abriendo un camino para entender cómo fueron percibidos los diferentes procesos del tiempo pretérito.
El humor gráfico en general y la caricatura política en particular son un tipo especial de discurso social que conjuga texto e imagen (Levín, 2015) en estrecho vínculo con la sociedad en la que se enmarca. Siempre está íntima y necesariamente relacionado con lo representado, al igual que con la coyuntura, puesto que en esta relación es que tiene sentido su discurso. El humor gráfico político es una herramienta interpretativa y crítica del contexto, que toma posición e interviene en la opinión pública (Matallana, 2010). De esta forma, los caricaturistas que realizaban sus trabajos en medios de comunicación de circulación habitual tenían funciones comunicacionales e incluso periodísticas (Abella & Rueda, 2017, p. 26). Como resultado, los lectores-espectadores de estos dispositivos culturales recibían periódicamente información sobre el quehacer internacional en forma de sátira con toques de humor.
Materiales y métodos
Fueron examinados cuatro periódicos de diferente orientación política: El Siglo, representante de la izquierda, Topaze, del centro y El Mercurio y El Diario Ilustrado como portavoces de sectores más conservadores. Todos estos rotativos incluyeron con periodicidad piezas de humor gráfico entre sus páginas, destacándose especialmente Topaze que se dedicó exclusivamente a este género.
Tabla 1 - Representaciones de la Alianza para el Progreso en las caricaturas de periódicos chilenos entre 1961 y 1969.
Fuente: Elaboración propia, con base en El Siglo, Topaze, El Diario Ilustrado y El Mercurio (1961-1969)
Como muestra la Tabla 1, entre 1961 y 1969, se identificaron 56 imágenes referentes a la Alianza para el Progreso, concentrándose el 77% de las mismas entre 1961 y 1962 y el 89% en los periódicos Topaze y El Siglo. El análisis de los datos muestra que el centro político y la izquierda se expresaron significativamente con mayor intensidad que la derecha en este tema, aspecto que se profundizará más adelante
Cada una de las piezas que conforman el corpus documental fue analizada desde diversas perspectivas. Una más general, se preguntó cómo cada medio específico representó la Alianza para el Progreso, además de concentrarse en esclarecer la forma en que se presentó el tema según el período correspondiente.
Complementariamente, cada una de las imágenes fue analizada de manera individual siguiendo la propuesta del método iconológico de Erwin Panofksy (1987). Este propone varias capas de lectura (preiconográfica, iconográfica e iconológica) que, progresivamente, permite analizar el contenido visual de las caricaturas vinculándolo con su coyuntura histórica. De esta forma se establecen vínculos productivos entre la disciplina histórica y la historia del arte (Chartier, 2016).
Chile a inicios de la década de 1960
Desde finales de la década de 1950 en Chile la idea de crisis estaba fuertemente instalada en el debate político, generando fuertes reflexiones y propuestas de alternativas para solucionarlo (Nazer, 2021). La crisis inflacionaria, el estancamiento del agro, las problemáticas de vivienda, sanidad y desigualdad que aquejaban gran parte de la población nacional eran parte de los escollos que debían superarse.
La necesidad de cambio social y político era bastante consensuada; las diferencias radicaban en la respuesta a cómo debía hacerse ese cambio. En plena Guerra Fría, con un mundo disputándose modelos de desarrollo alternativos y con el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, se abrió un abanico de nuevas posibilidades con diferentes combinaciones de matices.
La década de 1960 se inauguró con estas urgencias en un panorama político partidario en transformación. Desde 1958, Jorge Alessandri Rodríguez, ocupaba la presidencia de la República. Independiente apoyado por la derecha, había sido ministro de Hacienda Gabriel González Videla; era ingeniero, empresario y a partir de estas cualidades promovió un liderazgo “gerencial”. Tuvo que lidiar fuertes temas coyunturales como la reconstrucción de los estragos del terremoto de Valdivia (1960) y otros estructurales como el control de la inflación, problema crónico de los gobiernos chilenos del segundo tercio del siglo XX. Paralelamente, el centro político nacional comenzaba a cobrar renovada fuerza con la reciente fundación del Partido Demócrata Cristiano (1957). Por otro lado, las elecciones parlamentarias de marzo 1961 confirmaron el descenso de las fuerzas de derecha y el ascenso de la oposición, en particular de la izquierda. El Partido Comunista, tras la exclusión del sistema político en 1947, volvía con fuerza a ser parte de una elección
El diagnóstico sobre América Latina hecho desde Estados Unidos identificaba, a nivel regional, problemas estructurales similares a los observados por los latinoamericanos en general y los chilenos en particular. Sin embargo, pese a las expectativas de muchos países latinoamericanos tras la Segunda Guerra Mundial poco se había realizado desde Washington, en términos de ayuda al desarrollo del continente. Fue el triunfo de la Revolución Cubana y la radicalización del régimen castrista, junto con su acercamiento al bloque soviético, que habían cambiado el escenario. Existía la preocupación de que el ejemplo cubano se propagara por otras zonas. Paralelamente, Estados Unidos consideraba que su hegemonía en el continente era natural. Desde el siglo XIX con la doctrina Monroe y el “América para los americanos”, el país del norte buscaba ejercer una influencia significativa en los Estados del sur de manera exclusiva, sin la presencia de actores foráneos que disputaran el rol de liderazgo. La Revolución Cubana contestó ese paradigma estimulando una reacción de Estados Unidos, tendiente a fidelizar a los Estados Latinoamericanos a su proyecto.
La Alianza para el Progreso surgió como parte de ese plan. Estados Unidos colaboraría con el desarrollo de los Estados latinoamericanos para elevar las condiciones socioeconómicas y desestimular la propagación de ideas de revolución estructural capaces de afectar las relaciones interamericanas. En este escenario, promover el camino de la reforma aparecía como la opción que permitiría mantener el statu quo.
Para acceder a la ayuda ofrecida por Estados Unidos, los Estados receptores debían comprometerse en realizar ciertos cambios que allanaran el camino para que los planes puedan dar frutos. A nivel interno, en Chile, el condicionamiento de Washington de la ayuda, a la aplicación de una reforma agraria y una tributaria, operó en contracorriente respecto a los supuestos programáticos y afectó a la base de sustentación del gobierno de Alessandri. Pues, al contrario de lo que éstos pensaban, la propuesta de Kennedy puso el eje del debate político ya no solo en el mantenimiento del statu quo o en el desarrollo de los intereses empresariales, sino en la necesidad de cambios profundos en la sociedad. La paradoja es que, mientras Estados Unidos proponía un programa de reformas para contener a la izquierda radical, la derecha chilena veía que ese programa facilitaba el crecimiento de los grupos subversivos. Alessandri, a pesar de las críticas de su sector, integró a los radicales a su gobierno, con el objeto de tener la mayoría parlamentaria necesaria para sacar adelante las reformas. Sin embargo, la escasa disponibilidad de la derecha hacia las reformas, hizo que pronto en Washington se visualizara en el proyecto de la Democracia Cristiana una mejor oportunidad para el proyecto de la Alianza para el Progreso (Hurtado-Torres, 2020).
Primeros pasos de la Alianza y su presencia en la opinión pública
Tras varios años de discusiones respecto a la cooperación internacional panamericana y las formas que ésta debía adoptar (Herrera, 1986; Hodara, 2014), en 1961, el presidente estadounidense oficializó sus intenciones de que EEUU liderara un programa de ayuda social y económica para América Latina. Al igual que otras acciones, esta iniciativa buscaba de manera subyacente restar espacios para el potencial avance del comunismo en un contexto inmediatamente posterior a la Revolución Cubana de 1959 (Purcell, 2014, p. 73).
EEUU ya había intentado previamente otras estrategias para derrocar al gobierno de Fidel Castro y su influencia regional, entre ellas la fallida invasión a Bahía de Cochinos en abril de 1961. Lejos de debilitar al régimen cubano, esta acción contribuyó a consolidar la figura de Castro y su liderazgo. Paralelamente, ante la posibilidad latente de una nueva ofensiva por parte de EEUU, se intensificó el acercamiento entre Cuba y la URSS, el cual derivó en acuerdos de cooperación económica y militar, incluyendo la instalación de misiles en territorio cubano. En octubre de 1962, tras descubrir la presencia de estos misiles, Kennedy advirtió que cualquier ataque lanzado desde Cuba sería interpretado como una agresión directa de la URSS. Este episodio desató uno de los momentos de mayor tensión de la Guerra Fría —conocido como la Crisis de los Misiles— que finalmente fue resuelto mediante negociaciones diplomáticas: la URSS acordó retirar sus misiles de Cuba a cambio del retiro de los misiles estadounidenses en Turquía y de la garantía de que Estados Unidos no volvería a invadir la isla. Un episodio que marcó un punto de inflexión en la Guerra Fría interamericana (Harmer, pp. 42-52), suscitando el malestar de Castro hacia la actitud mostrada por su aliado soviético en la solución de la crisis (Pedemonte, pp. 76-81).
Anteriormente a estos eventos, en marzo de 1961, ante el cuerpo diplomático latinoamericano, Kennedy pronunció un emblemático discurso en el cual dejó de manifiesto las bases, intenciones y proyecciones del nuevo programa de cooperación económica denominado Alianza para el Progreso. Amparándose discursivamente en una idea de hermandad natural entre EEUU y las naciones americanas[1], oficializó la intención de generar estrategias para satisfacer las “necesidades fundamentales de techo, trabajo y tierra, salud y escuelas” (Alianza para el Progreso, 1961, p. 4). El progreso era el ideal que estaba en el horizonte de toda la acción conjunta; este debía alcanzarse en libertad política y por medio de los esfuerzos de las naciones americanas, excluyendo, discursivamente a otro tipo de agentes externos a la región[2].
Más tarde, en agosto de 1961, se celebró un encuentro del Consejo Interamericano Económico y Social (CIES), con representantes de los Estados americanos. Este evento, conocido como la Conferencia de Punta del Este tuvo como uno de sus resultados más trascendentales la firma de la Carta de Punta del Este, documento que consolidó el proyecto de la Alianza para el Progreso con el aval de los principales destinatarios del programa. Apelando a un pasado común que justificaría una cooperación entre las partes y embanderados en la idea de libertad e igualdad[3], se establecieron los objetivos, medidas de acción a corto y mediano plazo, formas de proceder, entre otras. El objetivo principal era lograr un desarrollo sostenido a lo largo del tiempo, que tendiera a ser igualitario, basado en el aumento de la producción, el fomento a la industria, la reforma agraria, la mejora en salud, vivienda y educación.
En Chile, durante este período, el gobierno de turno —encabezado por Jorge Alessandri— debió vincularse con los primeros pasos de la Alianza lo que influyó en las orientaciones políticas adoptadas por su administración.
A nivel social, la atención pública hacia la Alianza para el Progreso se concentró fuertemente a inicios de la década de 1960, siendo pautada por los eventos recién descritos. Como señala la Tabla 1, la presencia del tópico Alianza para el Progreso en la caricatura analizada es marginal a partir de 1963, pese a que con la llegada al poder de la DC el experimento cobra una fuerza renovada y entra en su fase crucial.
El Siglo
El Siglo es un periódico oficial del Partido Comunista de Chile fundado en 1940 y vigente hasta la actualidad. A lo largo de su existencia ha tenido múltiples etapas. El período que le interesa a esta investigación es el que inicia en 1952, tras el fin del gobierno de Gabriel González Videla, quien a través de su “Ley Maldita”[4] había proscrito al Partido Comunista (Santa Cruz, 2015, p. 102). En estos años, Osvaldo Salas, militante comunista y Premio Nacional de Periodismo en Humor Gráfico en 1967[5], se encargó de darle vida al personaje Inocencio, protagonista de las “Inocentadas”, caricatura de publicación habitual en el periódico. Por otro lado, las páginas del rotativo fueron también espacio de otros cuadros, que mostraron otras figuras en diversas situaciones y con posturas igualmente críticas. A través de la voz de los personajes caricaturizados, El Siglo condensaba ideas fundamentales sobre la coyuntura nacional e internacional.
En esta publicación pueden constatarse dos momentos discursivos en las caricaturas respecto a la Alianza para el Progreso. El primero de ellos, en 1961, en el cual se configura una crítica abierta al proyecto y a su naturaleza, mientras que en 1962 la crítica se concentra en la falta de resultados o en la calidad de los mismos. En ambos períodos subyacía una pregunta estructurante del discurso: ¿a quién sirvía la Alianza para el Progreso?
En el periódico comunista, la Alianza para el Progreso no era más que una ofensiva contra la revolución social que estaría en marcha. Como se aprecia en la figura 1, dos hombres dialogan sobre el discurso pronunciado por Kennedy a inicios de 1961 y hablan del carácter revolucionario de su propósito. El hombre de la derecha ironiza “lo que tiene que hacer para atajar la revolución”. Es decir, se identifica que, desde EEUU, se estaría emulando un espíritu transformador que no le es propio, sino que estaría siendo instrumentalizado para obtener beneficios en función de sus propios intereses
Figura 1 | Figura 2 |
El Siglo, 19 de marzo de 1961, p. 2. | El Siglo, 22 de marzo de 1961, p. 22 |
Además de presentar el proyecto estadounidense como una contraofensiva, El Siglo lo asociaba también con el Plan Marshall[6], promovido en Europa al finalizar la Segunda Guerra Mundial con el objetivo de reconstruir las economías devastadas por el conflicto. Los personajes de la caricatura asociaban esa experiencia previa con las iniciativas que se estaban formulando para el continente americano, pero, haciendo un juego de palabras afirmaban que sería para ir “de Marshall en peor”, desaprobando el plan y mostrándose poco optimistas con el mismo (figura 2).
La desconfianza expresada por los personajes de El Siglo radica en la idea de que la Alianza para el Progreso es un engaño. Con motivo de la Nochebuena de 1961, se presentaba un Kennedy vestido de Papá Noel con una gran bolsa de “Pitanza para el Progreso”, haciendo un juego de palabras descalificativo para el programa (figura 3). Ante la llegada de estos “regalos”, los pequeños personajes de Chile y Bolivia le hacen frente a Kennedy y rechazan sus regalos[7]. Con esto, los pequeños latinoamericanos muestran su desacuerdo ante lo que parece ser un presente claramente interesado.
Figura 3 |
El Siglo, 24 de diciembre de 1961, p. 2 |
Tal como en 1961 primó la desconfianza como mensaje tácito de las caricaturas, en 1962 la crítica a la falta de resultados fue la tónica discursiva. Haciendo uso de otros de los temas protagónicos de la década de 1960, la carrera espacial, la figura 4, muestra a Kennedy intentando reparar el cohete de la “Alianza para el Progreso”. Ante esta situación, Inocencio le pregunta, “¿Cuándo parte su nave despacial, mister?”, haciendo un juego de palabras que enfatiza la lentitud percibida del avance del programa de cooperación.
Figura 4 |
El Siglo, 19 de agosto de 1962, p. 10 |
La misma idea se repite en la figura 5, donde se observa a un presidente estadounidense frustrado por la falta de avances de la Alianza para el Progreso. En la figura 6, por su parte, Inocencio llegaba a la misma conclusión que Kennedy: “la Alianza para el Progreso no ha penetrado”. Además, sugiere que los estadounidenses presentarían el discurso de manera que, independientemente de los resultados concretos, se diera la impresión de que se estuviera logrando algo: “Los yanquis demuestran gran penetración al constatar que le está faltando penetración”.
Figura 5 | Figura 6 |
El Siglo, 15 de abril de 1962, p. 2 | El Siglo, 30 de julio de 1962, p. 6 |
Estas imágenes reflejan la percepción de una ausencia de resultados concretos, a poco más de un año de la aceptación oficial del programa por parte de los Estados americanos. Esta falta de avances era interpretada como un fracaso de la política de desarrollo implementada.
Por otro lado, otro horizonte de las críticas de El Siglo se dirige a responder a quiénes beneficiaría el progreso tan prometido.
Figura 7 | Figura 8 |
El Siglo, 22 de marzo de 1961, p. 2. | El Siglo, 8 de abril de 1962, p. 2. |
La figura 7 es explícita en indicar a Kennedy, como representante de Estados Unidos sería el máximo beneficiario. En una conversación con Sudamérica (representada por una mujer campesina), ante el cuestionamiento de para quién sería el progreso, el presidente es categórico “mío, naturalmente”. En cuanto a la figura 8, publicada en un momento posterior, se observa que la Alianza para el Progreso llena las bolsas de dinero de las oligarquías nacionales. Kennedy, en esta ocasión, está vestido como un policía que frena a América Latina que viene en tractor. Tras de sí, una robusta oligarquía nacional se siente protegida. El título de la imagen es “La Alianza ‘para’ el Progreso”, con destaque en la palabra “para” que en esta ocasión se posiciona como verbo conjugado en presente indicativo para dar otro sentido a la frase: la alianza entre Estados Unidos y las oligarquías nacionales es un freno al avance del progreso que, desde la perspectiva comunista puede alcanzarse sólo a través de un cambio de rumbo que esté en línea con los supuestos ideológicos de la doctrina marxista-leninista.
Figura 9 |
El Siglo, 25 de marzo de 1962, p. 6. |
Por último, El Siglo atribuye a la Alianza para el Progreso características golpistas y, por tanto, antidemocráticas, contraviniendo la supuesta defensa de la libertad que Estados Unidos levantaba como bandera desde los inicios de la Guerra Fría. La doctrina Truman (1947), oponía de manera explícita el modelo democrático con el modelo comunista soviético y se comprometía con su colaboración para mantener la libertad de los pueblos y de las instituciones en aquellos espacios donde estaría siendo disputada (National Archives, s.f.). Esta propuesta había sido ratificada por Kennedy, al afirmar en su discurso de 1961 que “Nuestra Alianza para el Progreso es una alianza de gobiernos libres y debe esforzarse por eliminar la tiranía de un hemisferio en que no tiene derecho a estar” (Alianza para el Progreso, 1961). El Siglo, a través de la figura 9, muestra la inconsistencia de esta férrea actitud pro democrática estadounidense. Esta imagen se publica poco después de que las Fuerzas Armadas argentinas derrocaran mediante un golpe de Estado al gobierno de Arturo Frondizi. El gorila[8] - símbolo de un actuar irracional militar de la época - embanderado en la Alianza para el Progreso y el nazismo, pasa por encima de la democracia argentina y de todas las papeletas con votos. Al fondo, Kennedy observa la situación con expresión y actitud de satisfacción, como señal de respaldo ante estas acciones de defensa de las oligarquías nacionales latinoamericanas, quienes serían, a juicio de El Siglo, los mayores beneficiarios de los planes de Estados Unidos.
En suma, el periódico ligado al Partido Comunista de Chile se posicionó desde un contundente rechazo. Desconfiaba, desde un inicio, del programa impulsado desde Estados Unidos. Reconocía en la Alianza para el Progreso un engaño que desconocía la capacidad de los propios latinoamericanos para forjar su “progreso” y que podía generar retrocesos al limitar su avance en sus propios términos. Kennedy era la figura indisociable de este programa. La construcción de su imagen como hombre galante, bien peinado y con contundente presencia se leen de manera tácita como estrategias seductoras de la publicidad de la Alianza. Como personaje, defendía sus intereses propios y colaboraba con las oligarquías locales. La pregunta siempre planteada en las caricaturas analizadas era, al final, ¿quién gana? Sus respuestas no fueron muy alentadoras para el hemisferio sur.
Topaze
Topaze fue un semanario satírico de indiscutible relevancia en el medio chileno. A diferencia de El Siglo que estaba más inserto en un modelo periodístico informativo (Santa Cruz, 2015), Topaze tenía al humor gráfico como eje estructurante en cada una de sus ediciones. Esto no significa un desmedro en la capacidad informativa del semanario, sino un destaque a su característica más sobresaliente: la comunicación en términos visuales y humorísticos.
Jorge Délano (Coke) fue el fundador del semanario y estuvo al frente del mismo por un largo período. Su familia pertenecía a la oligarquía nacional, pero esto no significó una ceguera social para observar los cambios por los que atravesaba Chile en la época que le tocó vivir y comunicar. Así, Topaze fue una revista que criticó a partidos de todo el espectro político, aunque mostró una tendencia a dirigir mayores cuestionamientos hacia la izquierda, desde un posicionamiento cercano al centro, aunque no exento de oscilaciones.
En el año 1957, Délano vendió la revista a Gonzalo Orrego, abriendo camino a un período de transformaciones e inestabilidades (Montealegre 2008; Hermosilla, 2017). Desde inicios de los 1960, el medio experimentó varias transformaciones, reflejadas en los continuos cambios de editor debido a las dificultades económicas que comenzó a enfrentar. (Hassón, 2017, p. 50). Finalmente, tras la salida de la edición 1981, Topaze dejó de publicarse el 28 de octubre de 1970, poco tiempo después de la elección presidencial que diera como vencedor, después de un momento de alta tensión política, a Salvador Allende.
Al igual que en el periódico previamente analizado, en Topaze fueron identificados dos momentos discursivos en relación a la Alianza para el Progreso notoriamente diferenciados en 1961 y 1962. Sin embargo, el contenido y el significado de lo comunicado es notoriamente distinto.
En 1961, Topaze planteaba la Alianza para el Progreso desde una perspectiva más amplia, en profundo contraste con las intenciones de la Unión Soviética. Es decir, las acciones de Estados Unidos, eran, en parte, consecuencia de la peligrosa aproximación de la potencia rival al territorio latinoamericano. Asimismo, mostraba una América Latina en esa tensión entre ambos representantes hegemónicos. Desde finales de ese año y durante 1962, la atención de los caricaturistas se dirigió a Chile y criticaron con fuerza la manera en que la clase política respondía a los planes de ayuda económica impulsados por EEUU, haciendo evidente la incomodidad de las élites frente a dicha iniciativa.
Pocos días después del discurso de Kennedy frente al cuerpo diplomático latinoamericano en el que explicita la intención de iniciar el plan de cooperación socioeconómica, Topaze publicó la figura 10 con una crítica lectura sobre la propuesta. El presidente estadounidense era presentado como un hombre muy alto que ofrecía algunos tentadores manjares (“ayuda financiera “, “alfabetización”, “operación panamericana”) dispuestos sobre una alta mesa. Kennedy informaba a los pequeños personajes latinoamericanos - los presidentes de cada uno de los países caracterizados con sus trajes típicos - que si querían alcanzar estas “viandas” debían ayudarse entre ellos. La propuesta de Kennedy implicaba, entonces, una cooperación horizontal entre los países en la búsqueda de un objetivo común; sin embargo, era una propuesta vertical encabezada por el propio EEUU. Del lado derecho de la imagen, Fidel Castro aparecía sentado en una mesa de menor tamaño y por detrás Nikita Kruschev se asomaba con traje de cocinero. Castro increpaba a sus pares sin comprender por qué estarían esforzándose por conseguir lo inalcanzable, si la “ensalada rusa está servida”, es decir, la cooperación soviética no exigiría condiciones. A pesar de la disparidad de esfuerzos que exigían cada una de las propuestas, la gran mayoría de los latinoamericanos estaba indudablemente del lado de Kennedy. Únicamente Jânio Quadros, representante brasileño mostraba dudas sobre qué decisión tomar, idea reiterada en otras ediciones.
Figura 10 |
Topaze, 17 de marzo de 1961, pp. 10 y 11. |
Topaze enmarca, entonces, la prometida ayuda estadounidense en las tensiones internacionales generadas por la Guerra Fría en América Latina en un contexto inmediatamente posterior a la Revolución Cubana. Los manjares ofrecidos por Kennedy deberían ser lo suficientemente tentadores para no caer en el “plato soviético”. América Latina muestra inclinación por el alineamiento con los Estados Unidos, la opción más atrayente. La Unión Soviética parece ser la alternativa que no convence.
El día después de finalizada la Conferencia de Punta del Este, Topaze publicó la figura 11, la cual muestra a una mujer morena, campesina y pobre, identificada con América Latina que estaba a punto de recibir una caja cerrada por parte de Kruschev. Pero, el Tío Sam alcanza a llegar a tiempo con un par de zapatos-“ayuda financiera” para no tener que caer en esa tentación. La leyenda que acompaña la imagen expresa: “menos mal tío que alcanzó a llegar a tiempo con mis zapatos”. Nótese la relación de familiaridad con que la mujer refiere al representante norteamericano. Con esto, Topaze sugiere las incertidumbres que generaría seguir el modelo soviético y marca una preferencia por los EEUU; según la imagen, el tío Sam ofrecería lo que la mujer necesitaría sin encubrimientos. Subyace la idea de que los acuerdos de Punta del Este se habrían desarrollado en un momento propicio y habrían evitado otro rumbo regional.
Figura 11 |
Topaze, 18 de agosto de 1961, p. 2. |
Por otro lado, la amenaza latente de una vinculación latinoamericana con los soviéticos aparece como motivación para actuar por parte de EEUU. Esta posible alianza con la potencia oriental se interpreta, por parte de las caricaturas de Topaze, como una forma de presionar al “Tío Sam” a ofrecer mejores acuerdos.
Al direccionar las miradas hacia la recepción nacional del plan de cooperación dirigido desde EEUU, los caricaturistas de Topaze identificaron un sector profundamente incómodo con las proyecciones socioeconómicas del futuro siguiendo este nuevo horizonte: la derecha.
Figura 12 | Figura 13 |
Topaze, 18 de agosto de 1961. | Topaze, 29 de diciembre de 1961. |
En la figura 12, subidos al barco de Punta del Este, Kennedy y Ernesto “Che” Che Guevara lanzan elementos a dos personajes que se encuentran en el agua pidiendo ayuda: Juan Verdejo, representante de los sectores populares chilenos (Salinas, 2006) y una mujer mayor elegantemente vestida identificada como “Derecha”. El presidente estadounidense lanza el salvavidas de la ayuda financiera a Verdejo, mientras que el Che le arroja una corona de flores a la Derecha. Así, el caricaturista de Topaze señalaba una lectura de la Alianza para el Progreso: la ayuda socioeconómica ofrecida por EEUU estaba dirigida a un rescate de los sectores sociales menos favorecidos y la tradicional aristocracia nacional estaría por fuera de las concesiones brindadas. Esto llevaría a un punto en común entre Kennedy y el Che ya que ambos concordarían, en la caricatura, quién debería ser “salvado”.
El “hundimiento” de la derecha se explica principalmente por la coyuntura electoral que se vivía en Chile en la década de 1960. La expresión de los “tres tercios” es una denominación que describe la distribución de la adhesión que recibía cada una de los tres sectores políticos: la derecha, la izquierda y el naciente centro político que representaba la Democracia Cristiana. Esto explica la alternancia en el poder con distinto signo político en la época: Jorge Alessandri, representante de la derecha gobernó entre 1958 y 1962; Eduardo Frei Montalva, de centro, entre 1964 y 1970; Salvador Allende, de izquierda, entre 1970 y el golpe de Estado perpetrado por militares en 1973. En agosto de 1961 entonces, la derecha estaba en proceso de “sumersión”.
Publicada a finales de 1961, la figura 13 muestra a Kennedy manejando un lujoso auto descapotable con la inscripción “Alianza para el Progreso”, La caricatura se concentra en el momento en que invita a la señora “Derecha económica” (la misma mujer que en la figura 12) a subirse al vehículo, pero esta se muestra ofuscada y de espalda ante la invitación en clara señal de rechazo. El diálogo que acompaña la imagen indica una alocución del presidente estadounidense que increpa a la señora a subirse al auto, amenazando que invitaría si no, a la joven morena y seductora “izquierda” que se encuentra más adelante en el camino. La calle en la que se observa a la muchacha tiene un letrero que indica que se dirige hacia 1964 a una distancia de 32 meses, en una exacta referencia a la fecha de las próximas elecciones presidenciales (septiembre de 1964).
Subirse a la Alianza para el Progreso se sugería como un camino hacia una victoria electoral. ¿Por qué, entonces, Derecha se negaba a hacerlo? La respuesta parece estar en su bolso, rotulado como “Latifundios”. La cooperación de Estados Unidos con América Latina en general y Chile en particular, requería transformaciones estructurales y una de ellas cuestionaba directamente a la estructura de la propiedad de la tierra. La Reforma Agraria era un requisito que afectaría parte de la base del poder de los sectores terratenientes de la derecha nacional.
Figura 14 | Figura 15 |
Topaze, 26 de enero de 1962, p. 19 | Topaze, 28 de septiembre de 1962, p. 14 |
Para 1962, Topaze publicaba imágenes que señalan un dificultoso andar de la Alianza para el Progreso. La figura 14, muestra a una mosca-Kennedy enredada en una gran telaraña de burocracia internacional. La figura 15, por su parte, tiene al mismo protagonista intentando caminar por un espeso bosque lleno de troncos con diferentes rótulos: malos entendidos, desconfianzas, intereses creados, incomprensión; cada uno de ellos identificaría un obstáculo que estaría impidiendo el avance de Kennedy con su gran mochila de la Alianza. El optimismo del presidente parece inquebrantable: “¡Come on, mister Moscoso[9]! No temas ir despacio, sólo teme no avanzar…”. Las dificultades de implementación del programa, reconocidas por los discursos del semanario no serían atribuidos a la gestión estadounidense, sino más bien con actitudes y procedimientos burocráticos.
Figura 16 |
Topaze, 9 de febrero de 1962, p. 2 |
La figura 16, por su parte, refleja las altas expectativas de Chile frente a la Alianza, así como una actitud ventajista e interesada materialmente. En la imagen, el ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Carlos Martínez, aparece impaciente frente a una vaca cuyas ubres llevan inscrito “Alianza para el Progreso”, esperando que comience a “dar leche".
Hacia finales de 1962, esa actitud de búsqueda de fácil recompensa material se ve intensificada y asociada directamente a la figura del presidente Alessandri. Tanto en la figura 17 como en la 18, el personaje del Paleta - como Topaze solía llamarlo - se presentaba con clara actitud de regocijo frente a los dólares recibidos. Alessandri valoraba los recursos en sí mismos, sin identificarlos como instrumentos para la consecución de un propósito más amplio. La Alianza para el Progreso se plantea, desde el pensamiento del presidente chileno, como una mera transferencia de recursos.
Figura 17 | Figura 18 |
Topaze, 30 de noviembre de 1962, p. 10 | Topaze, 6 de diciembre de 1962, p. 1 |
En la figura 18, correspondiente a la portada del semanario, Verdejo en un primer plano lanzaba el cuestionamiento: “¿Le entregaría usted tantos millones de dólares a un niño?”. Con esta interrogante ponía en duda la propia capacidad del gobierno de Alessandri para la administración de estos recursos. De esta forma, la Alianza para el Progreso se presentaba con dificultades, según Topaze, en la propia gestión interna nacional por el enfoque que la clase política le estaría dando al programa de cooperación En consonancia con las figuras 14 y 15, el problema del avance de la Alianza no provenía de EEUU sino de todos los escollos que surgieron en la relación con los Estados latinoamericanos.
En suma, Topaze tuvo una lectura más global del proyecto de cooperación socioeconómica encabezado por EEUU que El Siglo. El posicionamiento del semanario siempre fue más próximo a la potencia occidental, sin ser ingenuo respecto de las verdaderas intenciones de EEUU. En los primeros momentos de la Alianza, Topaze apoyó su cooperación como alternativa al influjo soviético. Con el tiempo se mostró crítico de cómo Chile y otros países latinoamericanos respondieron a esta ayuda. A partir de 1961 y especialmente en 1962, la revista reflejó las tensiones locales, mostrando una actitud ventajista de la clase política chilena, ejemplificada en las caricaturas sobre el presidente Alessandri, quien veía la Alianza como una fuente de recursos materiales más que como una oportunidad para un cambio estructural. A través de sus ilustraciones, Topaze no solo criticó las dificultades y contradicciones internas de la cooperación internacional, sino también la actitud de los políticos chilenos ante esta. Por otro lado, señaló a la derecha chilena, identificando y exponiendo su incomodidad de adherir al programa de EEUU. En el marco de la Guerra Fría, la derecha naturalmente estaría alineada a los intereses occidentales, pero en este caso, estarían en riesgo sus propios beneficios. Por último, al igual que El Siglo, Topaze no disociaba la Alianza para el Progreso de la figura de Kennedy.
El Mercurio y El Diario Ilustrado
Como se puede apreciar en la Tabla 1, el periódico El Mercurio, durante la década de 1960 únicamente publicó dos imágenes referentes a la Alianza para el Progreso, mientras que su par, El Diario Ilustrado incluyó apenas cuatro caricaturas referentes al tema. ¿Cómo explicar entonces, esta asimetría discursiva entre los diferentes medios? ¿Por qué El Siglo y Topaze dedicaron múltiples páginas a tratar sobre el tema en contraste con El Mercurio y El Diario Ilustrado? Una pista fundamental para comprender esto la entrega el propio semanario Topaze: la incomodidad de la derecha chilena frente a la Alianza para el Progreso, vista explícitamente en figuras como la 12 o la 13.
En la época abordada por el estudio el sistema de prensa nacional estuvo pautado por una transnacionalización que se dio a través de la configuración de un mercado periodístico empresarial, relacionado con la imposición de contenidos a través de agencias de noticias extranjeras y la publicidad. Santa Cruz sostiene que
[...] cuatro agencias de noticias (United Press International, Associated Press, Agence France Presse y Reuter) controlaban el 82% en 1960 y el 75% en 1966 de informaciones internacionales que aparecían en Santiago. De ellas, la United Press International (UPI), con servicios contratados por todos los diarios, ocupaba el primer lugar con porcentajes que fluctuaban entre el 40 y 50%. Por su parte, noticias provenientes de agencias de países socialistas llegaban al 15% en 1960, para descender al 6% en 1966. (Santa Cruz, 2015, p. 96)
Esta configuración del mercado informativo en los años de 1960 hizo que la circulación de información tuviera una marcada impronta norteamericana. Particularmente El Mercurio de Santiago, fundado en 1900, periódico de referencia para el medio periodístico nacional y representante máximo de este modelo liberal de prensa, tenía importantes vínculos económicos de sus propietarios con dueños de consorcios estadounidenses, como Pepsi Cola (Santa Cruz, 2015, p. 97). Pero, al mismo tiempo El Mercurio buscaba proyectarse como el portavoz de la burguesía nacional, liberal y capitalista sin una identificación partidaria.
En este sentido, la posición de El Mercurio, por un lado tenía fuertes intereses y vínculos económicos con EEUU, pero, al mismo tiempo, a nivel nacional su proyección discursiva estaba del lado de los sectores conservadores. Es decir, no hay dudas de su alineación con los EEUU en el conflicto internacional, pero, cuando desde esta potencia hegemónica comenzaron a proyectarse programas de ayuda económica hacia América Latina y esos programas requerían de profundas transformaciones estructurales que afectarían de manera directa los intereses de los sectores nacionales a los que se buscaba mostrar como próximo, se generaron tensiones.
Figura 19 |
El Mercurio, 22 de enero de 1961, p. 1. |
La Alianza para el Progreso fue, entonces, un tema incómodo para tratar a través del humor gráfico y la solución fue la anulación discursiva. Su tratamiento marginal, en comparación con los otros medios analizados, fue realizado sin grandes juicios frente a los acontecimientos, adoptando formas más bien descriptivas En la figura 19, por ejemplo, es una viñeta cuyo título era el nombre del protagonista de la misma: Perejil, un personaje pobre, sin hogar, de derecha, que a lo largo de tres cuadros emitía juicios críticos sobre la coyuntura. Esta tira fue firmada por Lugoze, pseudónimo de Luis Goyenechea, Premio Nacional de Periodismo, Dibujo en 1966. En ella, ante las intenciones expresadas en el discurso de Kennedy de 1961, Perejil interpreta que habrá futuro casamiento con EEUU, ante lo cual parece optimista. No obstante, no hay muestra de contenido o fundamento de esta futura unión.
El Diario Ilustrado fue otro de los periódicos de referencia del siglo XX chileno, publicándose entre 1902 y 1970 y convirtiéndose en una referencia de la prensa moderna (Ossandón, 2003). Su tendencia política era conservadora y católica. A mediados del siglo XX estaba siendo administrado por la Sociedad Periodística de Chile.
Su tratamiento visual de la Alianza para el Progreso fue igualmente marginal y sirvió como herramienta discursiva para criticar el liderazgo soviético en el mundo oriental, destacando en contraposición el actuar estadounidense, y, en menor medida el posicionamiento cubano.
Figura 20 |
El Diario Ilustrado, 19 de marzo de 1961. |
Respecto a la primera idea, la figura 20 es un ejemplo de esto. En ella se observa a Kennedy buscando entrar con una gran cesta de alimentos en América Latina, mientras es criticado por Nikita Kruschev. El líder soviético estaría disconforme con el actuar del estadounidense debido a que, según expresa la leyenda, combatiendo la miseria, no tendría “su mejor herramienta de expansión”.
Figura 21 |
El Diario Ilustrado, 18 de marzo de 1962, p. 3. |
En el caso de la figura 21, el caricaturista criticaba la elección de Cuba a la vez que valoraba positivamente los resultados de la Alianza para el Progreso, ejemplificada con la misma metáfora de los alimentos que en la figura anterior. Un barbudo con un arma colgada de su torso mira con deseo al interior de una vitrina, en la que hay comida abundante que representa a la Alianza para el Progreso. El deseo del personaje cubano parece señalar la falta que estos manjares tendrían en su contexto.
En estos discursos visuales, El Diario Ilustrado se mostraba claramente alineado con lo que EEUU representaba en el mundo en los años 1960 y mostraba su apoyo a la Alianza para el Progreso. No obstante, no existen referencias a los requerimientos de reformas que eran necesarios para avanzar con el programa.
Al igual que El Mercurio, El Diario Ilustrado, como representante de ciertos sectores directamente afectados con estas condiciones para la ayuda estadounidense, mostraba incomodidad discursiva frente a los lectores-espectadores de las caricaturas publicadas en sus páginas.
Conclusiones
En resumen, los periódicos analizados presentan perspectivas divergentes sobre la Alianza para el Progreso y la figura de Kennedy. El periódico El Siglo, vinculado al Partido Comunista de Chile, se posiciona firmemente en contra del programa, viéndolo como un engaño que subestimaba la capacidad de los latinoamericanos para forjar su propio progreso. A través de sus caricaturas, denuncia la figura de Kennedy como un representante de los intereses imperialistas de EEUU, sugiriendo que, lejos de ser un proyecto de colaboración genuina, la Alianza buscaba perpetuar la influencia estadounidense y las oligarquías locales, sin considerar el beneficio real de los países del hemisferio sur.
En contraste, la revista Topaze adoptó inicialmente una postura favorable hacia la cooperación con EEUU, viéndola como una alternativa hacia el desarrollo. La latente amenaza soviética, era discursivamente instrumental y servía como herramienta de negociación amenazadora. Es decir, servía para enfatizar que seguir el camino estadounidense no era la única posibilidad; América Latina podría, eventualmente, optar por otros rumbos. Sin embargo, a lo largo de los años, especialmente desde 1961, comenzó a mostrar críticas hacia la respuesta de los políticos chilenos ante el programa, destacando las contradicciones internas y la actitud ventajista de la clase política, que veía la Alianza más como una fuente de recursos materiales que como una oportunidad de transformación real. Además, Topaze también identificó la incomodidad de la derecha chilena con el programa estadounidense, señalando que sus intereses podrían verse amenazados a pesar de su alineación con los intereses occidentales en el contexto de la Guerra Fría.
Por su parte, medios como El Mercurio o El Diario Ilustrado encontraron en la Alianza un nodo de tensión: ¿cómo demostrar abierto apoyo a la propuesta estadounidense si afectaba directamente los intereses de los sectores políticos chilenos con los cuáles se alineaba? La dificultad de resolución de esta disyuntiva llevó a una marginación del tema.
Los rotativos analizados son expresivos de la complejidad de la recepción de este programa en Chile y las tensiones políticas que la Alianza para el Progreso generó a nivel nacional a inicios de la década de 1960. La variedad de posturas que surgían en torno al proyecto de cooperación estadounidense, mostró cierta convergencia respecto a la incomodidad. Tanto los medios de derecha como los de izquierda, pasando por el centro político tuvieron cierto desasosiego para comunicar sobre este asunto. En sus años de mayor auge y proyección discursiva, que coinciden temporalmente con el núcleo del mandato de Kennedy en el país del norte, la Alianza para el Progreso fue un programa que remeció la política nacional chilena generando posturas incómodas respecto al sentir sobre el plan. ¿Cómo puede obtenerse ayuda socioeconómica del mayor representante capitalista? ¿Cómo EEUU exige condiciones para la cooperación que afectan a los sectores políticos que están alineados con su filosofía política? ¿Cómo explicar el énfasis dado a la intervención del Estado en reformas estructurales? ¿Cuáles son las verdaderas intenciones del interés estadounidense en América Latina? Las caricaturas analizadas en este trabajo buscaron dejar en evidencia estos puntos nodales de tensión, a partir de su representación visual.
Por último, el análisis aquí desarrollado apunta también el carácter activo de Chile frente al acontecer internacional de la Guerra Fría. Desde el sur se plantearon discursos reflexivos y críticos sobre la injerencia de las potencias en la región. Las acciones desarrolladas en el continente, entonces, fueron posibles no solo por la iniciativa de los principales actores del conflicto internacional, sino también por la alineación activa, crítica y reflexiva de los propios grupos a nivel local. Con esto, se subraya la importancia de pensar estos espacios descentralizados de la tradicional forma de observar la Guerra Fría, entendiendo su agencia y protagonismo en el desarrollo de acciones que los comprometieron, dejando de lado una perspectiva de actitud pasiva sobre el acontecer internacional.
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[1]“Nuestros continentes están enlazados por una historia común - la interminable exploración de nuevas fronteras. Nuestras naciones son el producto de una lucha común -- la rebelión contra el dominio colonial. Y nuestros pueblos comparten un patrimonio común- la búsqueda de la dignidad y libertad del hombre” (Alianza para el Progreso, 1961, p. 2).
[2]“Solamente los esfuerzos resueltos de las propias naciones americanas pueden asegurar el éxito de esta empresa. Ellas, y solamente ellas, pueden movilizar recursos, alistar las energías del pueblo y modificar los moldes sociales, de modo que los frutos del crecimiento sean compartidos por todos y no sólo por unos cuantos privilegiados” (Alianza para el Progreso, 1961, p. 4).
[3]“Hace casi 200 años se inició en este hemisferio una larga lucha por la libertad, fuente de inspiración para los pueblos del mundo. Alentados por la esperanza que dimana de las revoluciones ocurridas en nuestras jóvenes naciones, muchos hombres bregan ahora por la libertad en tierras de vieja tradición. Ha llegado el momento de imprimir un nuevo sentido a esta vocación revolucionaria” (Carta de Punta del Este, 1961).
[4] Ley 8.987, de Defensa Permanente de la Democracia del año 1948.
[5] Murió Premio Nacional de Periodismo Osvaldo Salas [artículo] La Cuarta (Diario : Santiago, Chile) - dic. 12, 1999, p. 6.
[6] European Recovery Program era el nombre oficial del conocido como Plan Marshall, en referencia al secretario de Estado, George Marshall, que lo promovió en 1947. Estados Unidos ofreció ayuda técnica y financiera a los países europeos en un contexto inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial. Enmarcado dentro de la doctrina Truman, el Plan Marshall colaboraría con la reconstrucción europea, buscando una mayor estabilidad y actuaría como barrera de contención ante el avance soviético en el continente.
[7] Tal vez las armas ofrecidas por Kennedy en la caricatura y su rechazo por parte de Chile y Bolivia, signifiquen una interpretación de oposición a un enfrentamiento armado entre los Estados vecinos, alentado desde Estados Unidos, en la interpretación de El Siglo. En 1961, Bolivia buscaba plantear el tema de la salida soberana al mar en la Conferencia Interamericana a realizarse en Quito (finalmente aplazada). Ante esto, Manuel Trucco Gaete, embajador chileno en Bolivia envió un memorándum al Ministro de Relaciones Exteriores boliviano, en el cual manifestaba la intención de negociar en los canales correspondientes la salida soberana al mar por parte de Bolivia. De este documento se desprende una voluntad de solucionar diplomáticamente el asunto referido, que habría estado siendo agitado nuevamente por parte de Bolivia (Corte Internacional de Justicia, 2018).
[8] A fines de la década de 1950 se popularizó el término “gorila” para referirse de manera despectiva a los militares antidemocráticos. Los caricaturistas lo utilizaron literalmente, creando personajes que reflejaban esta actitud, destacando que los militares preferían la fuerza sobre la razón (Patto Sá Motta, 2014). El Siglo utilizará el recurso del gorila de manera frecuente, con mayor frecuencia después del golpe de Estado de Brasil de 1964.
[9] En referencia a Teodoro Moscoso, coordinador de la Alianza para el Progreso.